Tu fuiste bella princesa
de un castillo sin bandera,
donde un día diste promesa
de pasar tu vida entera.
Escasos lujos tuviste
y escaseces padecieras,
en tu vida que viviste
de mala o mejor manera.
Trabajaste sin descanso
por la noche y durante el día,
nos llevabas de la mano
de la escuela a la cocina.
Dolor de muerte maldita
vistieron de luto negro
tu cuerpo, desde chiquita
a bien entrado tu invierno.
Amor que a tí te dieron
a los tuyos regalaste,
para hacer más placentero
lo vivido en este valle.
Dos biznietos disfrutaste,
tanto,tanto los querías
que antes de marcharte
llegó la tercera vida.
No creas que terminaste
porque tu luz se apagara,
cada día recordarte
es mi primera salva.
