El profesor Humbert Humbert
juega, juega al ajedrez.
Cuando el calor sube, sube
piensa, piensa en su vejez.
Un rumor de risas blancas
trepa cual enredadera,
son las niñas y sus faldas
retando a la ventolera.
Ella canta en el recreo,
él le da literatura,
dice mirando el tablero:
“esta vida no es tan dura.
Nabokov murió, yo vivo,
y son ellas tan reales
que tan solo este suspiro
alivia todos mis males”.
Ellas siguen con sus juegos,
él ha perdido la reina,
el sol inunda de fuego
sus cabellos y los peina.
El recreo ha terminado,
la partida está perdida,
las nínfulas van volando,
Humbert vuelva a su guarida.
Es preciosa. Me han surgido sentimientos de añoranza hacia la época de la escuela, donde los profesores todavía creían en lo que hacían, y nos enseñaban a amar la vida. Gracias.
ResponderEliminarA mí también me ha gustado pero lo que me sugiere es el deseo que la o las niñas despiertan en el viejo profesor. Además hay pistas claras ¿no? Muy buena, Marco.
ResponderEliminarMuy buena Marco, no conocía tu faceta de poeta y
ResponderEliminarme estás dejando asombrada. Enhorabuena un beso y un aplauso.
Pobresor Humbert, lolitas saltando a la comba y el calor del verano... mala combinación Sr. Marco.
ResponderEliminarEres un crack.
Humm, la otra cara que a veces se esconde tras una situación cotidiana y aparentemente inocente. Muy buena, si señor.
ResponderEliminarComo todos ya te han dicho,muy bonita tu poesía,juega y sigue jugando,verás quien gana la partida.Saludos.
ResponderEliminarComo está claro que al final somos lo que leemos y casi nunca lo que escribimos, en cuanto vi la fotografía Nabokov apareció en mi cabeza. A partir de ahí todo el poema no pretende ser otra cosa que un juego (literatura dentro de la literatura, realidad y ficción, ajedrez y salto a la comba, vida y muerte, juventud y vejez,...) Gracias amigos por vuestros comentarios. Escribir, leer, compartir,...
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