Ocuparé aquel sitio que me toque,
mis pies no dudarán cuando al cadalso
suban, aunque su vida se revoque.
Ningún delito impuesto fue tan falso,
ninguna madrugada fue tan triste
queriendo asir un cuerpo atado a un balso.
Recuerdo las palabras que dijiste,
hoy suenan a perjurio y sin embargo
a muchos soñadores complaciste.
“¿Por qué no se despiertan del letargo
aquellos que a la vida van primero
y dejan al amor pasar de largo?”.
Yo siempre fui un artista de lo efímero,
pinté cuadros de arena con las manos,
en disfrutar la vida fui somero.
Ahora me enfrento al dios de los humanos
con mi media sonrisa y mis mentiras,
con mi resentimiento a los tiranos.
Si tengo que morir, muero entre llantos
por nunca ser testigo de mi vida,
por criticar sin baza la de tantos.
Pido perdón, que casi se me olvida.
Muy bueno.
ResponderEliminarMaravilloso Fernando. El cierre del poema, con ese cuarteto que arranca a lo Miguel Hernandez y cierra a lo Joaquín Sabina. De artista de lo efímero nada, que aquí todo queda escrito.
ResponderEliminarMaestro, preciosa elegía.
ResponderEliminarJooo Fernando que elegía y el final pone la guinda. Enhorabuena.
ResponderEliminarGran elegía he leido,de un maestro ha venido.
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