martes, 28 de abril de 2015

Cuatro elementos



Fotografía de Paul Schneggenburger



Cuatro elementos




Finos frutos que provienen de la madre

confinados al pecado del padre,

a la mortalidad, a la brevedad, al tiempo;

deseosos de florecer nuevamente se marchitan,

oxidados a la sombra de lo que no fueron.



En su plenitud vuelven a la vida

sin poseerla, admirando desde lejos,

amnesia del inmortal fénix que de nacer se olvida

derramando su piel en las llamas,

fundidos y deshaciéndose por el deseo.



Doliente y vil acto de corrupción;

una gota se desliza, cayendo por el acantilado

obra de la gravedad, de la tierra y de la suma de cuerpos

que tras una fusión calorífica se desprenden del miedo

y dejan volar sus almas sobre este mar de sentimientos.



Terminando de formular la oración

flota un suspiro rezagado en el éter;

el rezo requerido para inmortalizar la sangre,

soplido divino que este vago semidiós vierte

en una estatuilla de bronce para asegurar su veneración.



Naciente del Arjé más ruin de la filosofía barata

de la subsistencia, la necesidad de crear vida,

peor que Narciso; con esa necedad de verse reflejado.

Dos mortales y cuatro elementos; Agua, tierra, viento y fuego;

hechiceros con su receta maldita, he sido concebido. 



Alejandro Ramos Ayala
Chihuahua, México. 
Fb.com/Chatonaik

3 comentarios:

  1. Es increíble. Yo te encasillaría con todos los honores entre los grandes poetas modernistas. Te sigo.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Sin palabras Alejandro Ramos...Maravilloso, un placer leerte.Un abrazo.

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